Las Aventuras de Arthur Gordon Pym

Cuando regres?hace algunos meses de los Estados Unidos, despu廥 de la extraordinaria serie de aventuras en los mares del Sur y otras partes, cuyo relato doy en las p墔inas siguientes, la casualidad me hizo conocer a varios caballeros de Richmond (Virginia), quienes, tomando un profundo inter廥 en todo cuanto se relaciona con los parajes que hab燰 visitado, me apremiaban incesantemente a cumplir con lo que ya constitu燰 en m?un deber -dec燰n- de dar mi relato al plico. Sin embargo, yo ten燰 varias razones para rehusarme: unas de naturaleza enteramente personal; las otras, es cierto, algo diferentes. Una de las consideraciones que particularmente me retra燰 era el hecho de que, no habiendo escrito un diario durante la mayor parte de mi ausencia, tem燰 no poder redactar de memoria una relaci鏮 lo bastante minuciosa, con suficiente ilaci鏮 para obtener toda la fisonom燰 de la verdad -relato que ser燰, no obstante, la expresi鏮 real-, no conllevando m嫳 que aquella natural, inevitable exageraci鏮, hacia la cual estamos todos inclinados cuando describimos acontecimientos cuya influencia ha ejercido su poder activo sobre las facultades de la imaginaci鏮. Otra de las razones era que los incidentes dignos de ser mencionados resultaban de una naturaleza tan maravillosa que no pod燰 esperar que se me diera cr嶮ito, ya que mis afirmaciones no ten燰n m嫳 base que ellas mismas (salvo el testimonio de un solo individuo, y 廥te mitad indio), aparte mi familia y mis amigos, quienes en el curso de mi vida tuvieron ocasi鏮 de alabar mi veracidad; pero, seg todas las probabilidades, el gran plico tomar燰 mis asertos como impudentes e ingeniosas mentiras. Debo tambi幯 manifestar que mi desconfianza en mi talento como escritor era una de las causas principales que me imped燰n ceder a las sugestiones de mis consejeros.