Florido balcón de temprana edad

Tiene en sus manos uno de los mejores libros de poes a, y para muestra, que algunos de sus versos resuenen para siempre en su mente: Olvid que no fui mar, olvid ser r o cuando un campo vi secarse, olvid la brevedad del perfume, las ruinas del rosal dentro del sahumerio, nunca olvidar nunca olvidar el aroma mbar de una mirada pre ada de im genes, pla ida del misterio de la eufon a. Rayo herido horadando un abismo, poeta de pica p ndola campirana, desde el florido balc n de temprana edad, sus versos de m nunca se olvidaron.Como los versos anteriores, el libro est plagado de vigorosas im genes que crean una impronta que dif cilmente nos desprenderemos, pues dotan de sentido de vida a cada uno de nuestros actos de vida. Gracias a poetas como el autor del poemario en sus manos, le damos sentido a nuestra vida y a esas cosas que pasan mir ndonos y sin que nosotros siquiera percibamos que existen.El dominio del que hace gala de la m trica cuando es necesario, as como de la sonoridad, "sonido eco del sentido", tal como me expres el autor, no solamente es deleite para nuestros o dos con su profunda significaci n sugestiva a partir de las m s elaboradas met foras, sino para instrucci n de c mo debemos construir un verso, o de c mo debemos, a partir de esta lectura, o rnos en versos.El autor ya es el poeta del presente milenio y a cada libro que ofrece a trav s de los medios modernos de promoci n, acudimos a darnos sentido de vida a trav s de sus versos. Para que no se preste a una exageraci n, baste con releer los versos de arriba para renovarnos a ese impulso de vitalidad que vamos perdiendo conforme nos damos cuenta que lo verdaderamente importante ya poco importa para las sociedades modernas. Es entonces que el poeta nos restituye a la esencia de lo verdaderamente significativo.Usted, ambicioso lector, est pronto a dotarse de esa vitalidad nica que los aut nticos versos logran para darnos el valor de enfrentarnos a entornos cada vez m s inciertos. Y tal como el poeta Gerardo Brauer una vez me comparti , no solamente es la actividad creativa, sino la actitud vital, la que nos activa las neuronas propensas a la sensibilizaci n del arte. Por ende, hacemos de cada momento una eternidad, de cada objeto una significaci n vital y reconstituyente del d a con d a, de la afrenta con la confrontaci n, del caos con el cosmos, de la palabra con la eleg a.Como nunca, estamos inmersos en una babel de palabras borboteando de las plataformas de comunicaci n que ofrece este Milenio de la Melancol a, nombrado as por el autor del libro en sus manos, y muchas de esas palabras son cercenadas para un entendimiento casi paranoico. De tal manera que tambi n, como nunca, un verso es la salvaci n para no quedar sumergidos en este pantano de palabrer os. Y el libro en sus manos le insuflar aire suficiente para flotar de esos abismos hasta un cielo donde se mira aun lo m s abisal, con la mirada del poeta.Christian Matthew Moontrow