Mis sueños y sus insomnios: Mi sueño americano

A mi abuela Nila Con dedicaci鏮 especial a la se隳ra m嫳 grande de mi familia, no por los 102 a隳s de vida que Dios le dio, sino por las bendiciones que recibi?por parte de toda la gente humilde a quien ella sirvi?como partera o comadrona en diferentes rincones del pueblo, y en ncas, aldeas y caserillos. A quienes en m嫳 de una oportunidad ella perdon?el pago de dos quetzales por el nacimiento de un ni隳 en hogares donde la gente no ten燰 ni para comprar una libra de frijol para el almuerzo del d燰. Mam?Nila, siempre he vivido muy agradecido de usted por haber trabajado incansablemente para que mi padre tuviera un lugar donde construir su casita de madera, la que me dio la oportunidad de vivir en familia con mi mam?y mis dem嫳 hermanos. Un lugar donde todos nosotros crecimos en familia y yo siendo un ni隳 no distingu燰 qui幯es eran mis hermanos o mis primos, a todos los quer燰 por igual. La casa donde a los pocos que vamos quedando, nos gustar燰 tener oportunidad de reunirnos para mantener vivo su recuerdo y el de los dem嫳 que estuvimos ah? y en la que en m嫳 de una ocasi鏮 nos sentamos en el suelo alrededor del apaste lleno de tamales calientes que usted preparaba para que celebr嫫amos la Navidad o el A隳 Nuevo. C鏔o renunciar al recuerdo de aquel palo de mangos, el de naranjas, limones y mandarinas plantados en aquel pedacito de tierra, donde nos sub燰mos para escondernos por mal portados y usted nos bajaba a pedradas. Al recuerdo de aquel caballito de palo fabricado por mi abuelo, al mont鏮 de jarros viejos pegados al cerco de la casa, al desgastado tamborillo y su mazo en el cual el que estuviera de turno le quitaba el cascabillo al caf? C鏔o olvidar nuestras primeras mascotas? Como la Shura, el Mu鎑co o Paco, el desplumado loro, quien pas?hambre muchas veces, porque nosotros por dedicarnos a jugar nos olvid墎amos de darle de comer.

Osmar E. Maldonado